Cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia de Argentina el 25 de mayo, terminó un período de profunda crisis política iniciado un año y medio atrás y que incluso continuó durante el propio proceso electoral. La victoria de Kirchner emergió de una serie de situaciones dramáticas nunca antes experimentadas en la política argentina, en las que “ganó” la presidencia a pesar de estar en segundo lugar en las urnas, con tan sólo 22 por ciento del voto popular. El candidato que ocupaba la delantera, el expresidente Carlos Menem, se retiró de la segunda ronda electoral, negándole a Kirchner la oportunidad de tener la mayoría de los votos y un mandato electoral firme que seguramente habría logrado de cualquier manera (ver la tabla 1). La nueva administración de Kirchner enfrenta ahora retos fundamentales que hacen pensar que la inestabilidad podría no estar completamente superada.

Kirchner debe afrontar los enorme problemas económicos de su nación, incluyendo la necesidad de fortalecer la incipiente recuperación económica, combatir el alto desempleo y reestructurar la deuda externa con inversionistas privados. Su

discurso inaugural indica que Kirchner también buscará establecer un estándar para los sistemas educativos de las provincias y la adopción de una nueva ley de distribución fiscal entre la federación y las

Tabla 1: El voto recibido por el Presidente (2003)

Candidato Partido Votación (%)
Carlos Menem Frente de la Lealtal (peronista) 24.45
Néstor Kirchner Frente para la Victoria (peronista) 22.24
Ricardo López-Murphy Movimiento Federal para Recrear
el Crecimiento (peronista) 16.37
Adolfo Rodríguez Saá Movimiento Nacional y Popular 14.11
Elisa Carrió Alternativa por una República de Iguales 14.05

alcanzando los $146 billones de dólares estadounidenses, tan sólo en lo que se refiere al gobierno federal. La deuda total es mucho más elevada. La mayoría de las 24 jurisdicciones que forman la República Argentina también tienen problemas financieros significativos. La deuda agregada creció durante el mismo período de $15 a $37 billones de dólares estadounidenses, lo que ocasionó que el

provincias. El éxito de esta ambiciosa agenda y de la nueva administración dependerán ahora de las negociaciones intergubernamentales y de los resultados de futuras elecciones en lo que resta del año.

El inicio de una crisis

La crisis política y económica de 17 meses en Argentina se desencadenó con la repentina renuncia presidencial de Fernando de la Rúa. Su sorpresiva salida desató un remolino de eventos en el lapso de una semana: la renuncia temprana de un presidente electo, seguido por una serie de cuatro sustitutos, la suspensión de pagos de la deuda pública y la devaluación monetaria. Estos acontecimientos políticos ocasionaron protestas públicas que, a su vez, condujeron a una represión gubernamental que causó más de 30 muertes. También hubo millones de pesos en pérdidas individuales, como resultado de saqueos masivos en los centros de las grandes ciudades.

Gabriel Puricelli es analista económico y político. Vive en Buenos Aires.

Esta violenta explosión llevó eventualmente a una administración interina encabezada por Eduardo Duhalde, un senador miembro del partido que había perdido las elecciones presidenciales en contra de De la Rúa. Los meses de Duhalde en la presidencia estuvieron marcados por levantamientos sociales encabezados por los tenedores de documentos de

plazo fijo, originalmente en dólares americanos, que fueron convertidos en pesos argentinos después de la devaluación. Al mismo tiempo, las masas de desempleados expresaron su descontento interrumpiendo el tránsito en las carreteras y autopistas del país.

La deuda y las provincias

La enorme deuda pública de Argentina presenta un reto

fundamental para el nuevo gobierno. Durante la anterior administración de Menem, de 1989 a 1999, la deuda creció exponencialmente –123%-,

Fondo Monetario Internacional (FMI) escrutara no sólo los estados financieros del gobierno federal, que es con quien el fondo se relaciona, sino que también quisiera revisar los de las provincias.

La situación empeoró ante la ausencia de una ley de distribución fiscal entre la federación y las provincias, misma que, de acuerdo con la constitución federal de 1994, debía haber sido aprobada antes del final de 1996. Se registró una creciente tensión entre la administración federal y las provincias a causa de la distribución de los ajustes fiscales requeridos por el FMI, pero cuando en 1999 el gobierno federal fue asumido por un partido diferente al que administraba la mayoría de las provincias, las relaciones entre ambos órdenes de gobierno se tensaron aún más. Durante el período de De la Rúa dichas tensiones originaron una intensa competencia. Los gobernadores, en su mayoría peronistas, presentaron una oposición más efectiva a la administración del Partido Radical que los propios legisladores peronistas representados en el Congreso Nacional. El reemplazo de De la Rúa por parte de Duhalde, un peronista, produjo un mejoramiento en la relación federal-provincial, debido no sólo a la coincidencia de colores políticos, sino también al mejor desempeño fiscal en ambos niveles de gobierno a consecuencia de la devaluación de la moneda.

Federaciones Vol. 3, No. 3, Agosto del 2003

Kirchner y la división del peronismo

Ahora Néstor Kirchner, uno de esos gobernadores peronistas, viene a Buenos Aires a encabezar el gobierno federal. Kirchner obtuvo un conocimiento muy valioso durante su administración en el gobierno provincial de Santa Cruz y entiende bien la dinámica de las relaciones de la federación con las provincias. A pesar de que heredó una situación más favorable, el rediseño de la situación política plantea interrogantes sobre el futuro comportamiento de los gobernadores en su relación con la presidencia.

Desde su fundación en 1946, el peronismo ha impulsado a la mayoría de los candidatos que han llegado al gobierno de Argentina. Durante la elección del 27 de abril, el peronismo sufrió divisiones y terminó con tres candidatos: el ganador Kirchner, el ex-presidente Menem y el ex-gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá. Esta división, junto con la virtual extinción del radicalismo -el otro partido tradicional-, produjo un escenario electoral inusualmente fragmentado. La diferencia entre el candidato triunfador, Menem, y la candidata progresista que quedó en quinto lugar, Elisa Carrió, fue únicamente de 10%. Es muy temprano para saber si este nuevo escenario político constituirá un cambio permanente en el sistema argentino o si sólo se trata de una circunstancia pasajera.

El peronismo podría reunificarse fácilmente bajo el liderazgo del nuevo residente o bien la división podría ahondarse ante la

emergencia de tres partidos diferentes con fuertes vínculos regionales. Nunca antes en la historia democrática de Argentina los patrones de votación produjeron un mapa político tan fuertemente marcado por los apoyos regionales para diferentes

Tabla 2: Resultados de los candidatos peronistas

Candidato Región Provincias % Regional % Federal
Kirchner Patagonia (sur) Tierra del Fuego, Santa Cruz, 47.43 22.24
Chubut, Río Negro, Neugén
Menem Noroeste La Rioja, Catamarca, Salta, Jujuy, 45.24 24.45
Tucumán
Rodríguez Saá Cuyo San Luis, Mendoza, San Juan 53.28 14.11

(centro-oeste)

política federal. Esto obedece a la transferencia que hizo el gobierno federal a cada gobierno provincial de la facultad para convocar a elecciones para legisladores federales en cada distrito electoral (que en Argentina coinciden con los de las provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires). En los años noventa, esta decisión del gobierno de

candidatos (ver tabla 2). Cuando Menem decidió retirarse de la segunda vuelta (planeada originalmente para el 18 de mayo), fue la primera vez en la larga historia electoral del mundo en que un candidato que ganó la primera ronda se retiró antes de la segunda. Su retiro fue dirigido, sin duda, a debilitar la legitimidad del mandato de Kirchner. Las encuestas de opinión sugerían que Kirchner habría vencido estrepitosamente Menem, con entre 71% y 79% de los votos, al momento en que su oponente decidió retirarse. La decisión de Menem podría marcar el final de su larga carrera política, ya que a sus 72 años no puede tener esperanzas serias de ser candidato nuevamente en 2007.

El caso de Rodríguez Saá es muy diferente, ya que es 10 años menor que Menem y no tiene que cargar con el fuerte rechazo que terminó convenciendo a Menem de retirarse de la contienda. Si Rodríguez Saá logra retener un apoyo significativo, el peronismo permanecerá dividido.

Gobernar una provincia vs. gobernar un país

La experiencia de gobernar una provincia ha probado nuevamente ser un valioso activo para los candidatos de origen peronista: tanto Kirchner como Rodríguez Saá eran gobernadores cuando iniciaron sus campañas, tal como lo fue Menem cuando compitió la primera vez en 1989. A diferencia de otros sistemas federales, los partidos políticos argentinos están estructurados desde el nivel nacional hacia los niveles locales. Por lo tanto, sus ramas provinciales operan como estructuras desde las cuales se puede llegar a posiciones de liderazgo federal. Sin embargo, este patrón parece estar debilitándose, especialmente en el caso de la Unión Cívica Radical (UCR), cuyo candidato presidencial solamente recibió 2.34% de los votos. Aún así, la UCR controla el gobierno de cinco provincias y proporciona la única oposición significativa en la mayoría de los otros distritos. Aun si este partido no recupera un papel relevante en el nivel federal en los próximos años, mantendrá una fuerte presencia en las provincias.

Otra consecuencia de las elecciones de abril fue la emergencia de una nueva fuerza política conservadora, construida sobre la base de una confederación de partidos provinciales conservadores, que sirvió como plataforma para que el ex-radical Ricardo López Murphy obtuviera 16% de la votación. Desde una facción minoritaria de derecha, este ex-ministro de la administración de De la Rúa combinó su propio atractivo personal para ganarse a ciertos sectores de la clase media urbana, aprovechando la organización local de los partidos provinciales anteriormente citada.

Los cambios por venir para el gobierno federal

Los cambios políticos en Argentina no terminaron tras la elección de Kirchner. Cada dos años se renueva la mitad de la Cámara de Diputados, que son electos por un periodo de cuatro años, y una tercera parte de la Cámara de Senadores, que duran seis años en sus cargos. Muy probablemente, estas elecciones implicarán que la representación parlamentaria parezca la suma de la geografía electoral de cada provincia, más que una verdadera geografía

Menem buscaba transferir los resultados políticos hacia el nivel provincial (donde el partido de Menem era el dominante) desde el nivel federal, donde las preferencias electorales comenzaban a ser desfavorables al peronismo.

Irónicamente, el efecto concreto del escalonamiento de las jornadas electorales para elegir al Congreso Nacional seguramente será contrario a lo que la ciudadanía demandó en las grandes protestas de finales de 2001 e inicios de 2002. En ese entonces, el eslogan público favorito era “Que se vayan todos”, en un reclamo por lograr la renovación radical de la elite política. En cambio, una serie de 24 elecciones harán las victorias electorales distritales más fáciles para aquellos que actualmente controlan los gobiernos provinciales.

Independientemente del momento en que fueron elegidos, la mitad de los 257 diputados y una tercera parte de los 72 senadores federales asumirán sus escaños el 10 de diciembre de 2003. La nueva composición del Congreso despejará algunas incógnitas sobre la habilidad de Néstor Kirchner para gobernar el país hasta el final de su mandato en diciembre de 2007. Sus relaciones con el nuevo Congreso determinarán, entre otras cosas, qué tan viable será imponer un estándar único para la calidad de la educación en un país con regiones geográficas muy diferenciadas y qué tan simple o sinuoso será el camino hacia un nuevo sistema de distribución fiscal entre la federación y las provincias. Cualesquiera sean las fortalezas y logros de Kirchner en los próximos cuatro años, el logro de ninguna de sus promesas dependerá exclusivamente de él.

Federaciones Vol. 3, No. 3, Agosto del 2003