Conferencia sobre las Relaciones Intergubernamentales

México, D.F., Noviembre del 2000

El País Vasco: ¿autonomía, federalismo o independencia?

Gurutz Jauregui

1. El Estado de las Autonomías y el País Vasco.

La actual Constitución española de 1978 establece un sistema de

distribución territorial del poder entre 17 Comunidades Autónomas

conocido como el Estado de las Autonomías.

El Estado de las Autonomías constituye un modelo híbrido, intermedio

entre el estado regional y el federal. Su naturaleza ambigua y compleja

constituye una fuente constante de conflictos entre el Estado y las

Comunidades Autónomas. Esta conflictividad resulta particularmente

intensa en el caso del País Vasco.

El sistema autonómico establecido por la Constitución ha tenido efectos

muy positivos para el País Vasco. Los avances obtenidos durante estos

años en la recuperación de la identidad vasca son muy importantes.

Sin embargo, el Estado de las Autonomías no ha sido capaz, por ahora, de

resolver de forma definitiva el llamado “problema vasco”. Prueba de ello

lo constituye la desconfianza, y en no pocos casos el rechazo, por parte

de un importante sector de la sociedad vasca, del modelo institucional

vigente.

Los conflictos actualmente vigentes en la relación entre el País Vasco y

el Estado español se derivan fundamentalmente, aunque no exclusivamente,

de tres aspectos: 1. El sistema de distribución de poderes; 2. La

territorialidad; 3. El derecho de autodeterminación.

2. El sistema de distribución de poderes.

Ya he señalado que la Constitución española establece un sistema de

distribución de poderes muy complejo y ambiguo. Más que una enumeración

de poderes, la Constitución establece una distribución de funciones.As a

result it has become necessary, by patient interpretation and conceptual

systematization of constitutional doctrine, to establish a complex

typology of functions that can be roughly summarized in five large

groups of different powers: “Absolute exclusives”, “limited exclusives”,

“shared”, “overlapping” and “indistinct”.

En muchos asuntos, la Constitución establece una modulación de la lista

de poderes de las Comunidades Autónomas con fórmulas tales como “in the

frame of...” or “according to...”. Ello provoca el establecimiento por

parte del estado de regulaciones, directivas y controles que suponen, en

definitiva, una disminución real de los poderes de las Comunidades

Autónomas.

Por otro lado, las posibilidades de participación de las Comunidades

Autónomas en la actividad global del estado son muy limitadas. El

Senado, teórica cámara representativa de los territorios, constituye de

hecho una cámara dominada por los partidos nacionales españoles.

3. El problema de la territorialidad.

El País Vasco se halla geográficamente situado en territorio español y

francés. Tradicionalmente, la aspiración estratégica del nacionalismo

vasco ha ido dirigida a la creación de un Estado vasco independiente que

englobe a la totalidad del territorio. Ello origina importantes

problemas a los que aludiré más adelante.

También existen problemas en torno a los límites territoriales del País

Vasco dentro del estado español. El Estatuto de Autonomía incluye,

dentro del País Vasco, las provincias de Alava, Guipuzcoa y Vizcaya, así

como Navarra, en el caso de que ésta última decida incorporarse a la

Comunidad Autónoma Vasca.

Los partidos políticos nacionalistas vascos tienen una presencia muy

débil en Navarra. Por ello, las fuerzas políticas de Navarra decidieron

en su momento no integrarse en la Comunidad Autónoma Vasca y constituir

una Comunidad Autónoma propia.

Ello provoca un problema de dificil solución. La decisión adoptada en su

día por los partidos políticos navarros constituyó el resultado de un

acuerdo perfectamente democrático. La Constitución no contiene

impedimento alguno para una futura integración de Navarra en el seno del

País Vasco. Pero éste es un asunto que depende de la voluntad política

de los navarros.

4. El derecho de autodeterminación y la Unión Europea.

Desde la perspectiva de las reivindicaciones nacionalistas, el problema

político principal, que en buena parte engloba todo el resto de

problemas políticos, es el relativo a la exigencia del reconocimiento

del derecho de autodeterminación para el pueblo vasco. Aún cuando este

derecho constituye una reivindicación de orden teórico susceptible de

ser concretada en una serie de opciones políticas muy variadas

-autonomía, federalismo, confederación, estado independiente, etc...-

tradicionalmente el nacionalismo vasco ha identificado la

autodeterminación con la exigencia de un Estado nacional independiente.

La Constitución española no permite la segregación territorial. Se trata

ciertamente de un problema fundamental y al mismo tiempo muy delicado al

que el Estado de las Autonomías no ha sabido darle una solución

adecuada. Sin embargo, creo que este problema podría perder una gran

parte de su virulencia, a la espera de las posibles soluciones que pueda

aportar el diseño definitivo de la construcción europea.

La actual transnacionalización de todos los órdenes de la vida está

acabando de modo acelerado con esa vieja concepción clásica de la

frontera, entendida como línea de separación, sustituyéndola por un

nuevo concepto entendido como zona privilegiada de encuentro para el

desarrollo de la cooperación internacional, pulverizando así el

concepto clásico de soberanía.

El protagonismo de las relaciones internacionales no es ya exclusivo de

los Estados, sino que corresponde a otros muchas instituciones u

organizaciones. Entre estas organizaciones destacan las instituciones

regionales, las cuales están adquiriendo un gran protagonismo en esa

nueva Europa que está emergiendo.

A la vista de todos estos cambios, resulta necesario comenzar a

plantearse cuál debe ser la forma y el contenido a otorgar al derecho de

autodeterminación en la perspectiva del siglo XXI. ¿Es posible sustituir

la idea de un Estado soberano independiente por alguna otra fórmula que

permita al País Vasco mantener un protagonismo propio en el seno de la

Unión Europea?.

La sustitución de la reivindicación de un Estado independiente por una

presencia adecuada en las instituciones europeas parece positiva y

necesaria por dos motivos: 1. Supone ir de acuerdo con la evolución

actual del mundo. 2. Esa nueva fórmula no supondría un factor de

disgregación, sino de agregación de la sociedad vasca. Una política

dirigida a hacer efectiva la presencia institucionalizada del País Vasco

en la Unión Europea podría ser perfectamente asumida por todas las

fuerzas políticas nacionalistas y no nacionalistas.

Por ello es posible que la solución definitiva del “problema vasco”

aparezca íntimamente ligada a la forma en que se lleve a cabo el

desarrollo institucional de la Unión Europea. Una regulación adecuada de

la participación vasca en el proceso de construcción europea podría

desactivar de forma importante algunos de los conflictos más graves

actualmente existentes.

Otros Estados europeos como Alemania, Austria, Bélgica, etc..., han sido

capaces de resolver problemas parecidos mediante fórmulas adecuadas a

las circunstancias de cada caso. En la RFA, donde existe un federalismo

perfectamente simétrico entre varios Lander homogéneos, las resoluciones

se canalizan a través de las relaciones multilaterales entre el estado y

los länder. En Bélgica, donde practicamente existen dos “naciones” en

una sóla, las relaciones son bilaterales.

En el caso español debería establecerse, quizás, un sistema federal

asimétrico que permita compaginar el multilateralismo con ciertas

relaciones bilaterales. Hay que tener en cuenta que el origen del Estado

autonómico español se encuentra en la existencia de dos causas

confluyentes, pero muy diferentes entre sí: los nacionalismos y el

regionalismo.

El regionalismo representa un criterio de organización de los intereses

sobre bases territoriales. El nacionalismo es algo más que eso. La razón

fundamental de su existencia se basa en la presencia de una identidad

propia, es decir de una colectividad que sustenta elementos culturales

comunes y un intenso sentimiento de pertenencia a esa colectividad.

El regionalismo y el nacionalismo obedecen a lógicas o principios

diferentes. El regionalismo obedece a la lógica o principio de la

eficacia organizativa. Los nacionalismos tienen por objeto exigir o

garantizar, en su caso, la lógica o el principio de la diferencia.

Para hacer posible la garantía de la eficacia, es indispensable el

establecimiento de relaciones multilaterales o simétricas. Para hacer

posible la garantía de la diferencia, resulta indispensable el

establecimiento de relaciones bilaterales o asimétricas.

Tradicionalmente, nacionalismo y estado independiente siempre han ido

unidos en la Historia moderna. Sin embargo, en la perspectiva del siglo

XXI, y en el ámbito geográfico de la Europa unida, nos encontramos con

que los Estados nacionales se encuentran en una fase de profunda

transformación que les está llevando a una pérdida progresiva de

protagonismo y poder en favor de nuevas estructuras de poder

supraestatal.

El País Vasco se halla ante dos posibles alternativas. Una de ellas, la

clásica, es la exigencia de un Estado independiente. La segunda es la

exigencia de que en el proceso de construcción europea participen no

sólo los Estados sino también esas colectividades territoriales

infraestatales como el País Vasco.

Los objetivos últimos perseguidos por el nacionalismo vasco pueden

resumirse en uno sólo: la unificación e independencia del País Vasco.

Tal objetivo choca de modo frontal con un obstáculo formal y varios

obstáculos reales. El límite formal lo constituye la Constitución de

1978 que se fundamenta en la unidad de España. Entre los obstáculos

reales destacan la negativa de los navarros a formar parte de la

Comunidad Autónoma Vasca y la división del territorio vasco entre dos

estados.

El País Vasco se halla dividido en este momento en varios entes

políticos (Comunidad Autónoma Vasca, Navarra, País vasco-francés). En el

momento actual resulta imposible establecer una política dirigida a

exigir la integración de Navarra, o a la unificación de los territorios

español y francés. Parece mucho más apropiado crear, partiendo del mutuo

respeto y autonomía, instrumentos de colaboración dirigidos a la

resolución de problemas mutuos (económicos, culturales, tecnologicos,

etc...).

Ha habido una confianza excesiva en lo político-institucional, y se han

abandonado los aspectos sociales, económicos, o simplemente humanos. La

creación de un país no viene sólo de la obtención de un poder político.

Resulta asi mismo imprescindible un sustrato social, cultural,

económico.